Cena de Historietistas antes del Fin del Mundo 2012
Veinte de diciembre de 2012. Según los mayas faltaban apenas cinco horas para el fin del mundo. La Cita con varios amigos relacionados con el mundo del dibujo era a las 20:00 horas en el restaurante MANOLO, en San Telmo. El lugar lo había propuesto Leonardo Figueroa, reconocido como guionista de la historieta NN. Según afirmaba en un tiempo solía cenar allí.
El viaje desde Victoria, en la zona norte del gran Buenos Aires duró menos de lo pensado. Así que me encontré en las calles de San Telmo con una hora de adelanto. Lo mejor que se me ocurrió para matar el tiempo fue recorrer el barrio admirando la arquitectura y curioseando en los rostros de la gente. Como es una época en que todos estamos mejor predispuestos con el prójimo. La caminata fue muy placentera. El clima ayudaba, después de una noche de tormenta ininterrumpida el cielo aparecía despejado, el aire cálido, augurando una noche esplendida.
Llegué a la esquina de Bolívar y Cochabamba puntual, ingresé y los mozos ya estaban terminando de armar nuestra mesa, reservada para la reunión de historietistas. Aclararé que este es un grupo conformado por amigos, hay muchos historietistas en el mundo y con mayor fama y producción. Nuestro grupo tiene la variedad que demuestra la gente cuando muestra devoción a algo. No hay edades, no hay límites y tampoco estéticas, formas o razas. Cuando a alguien le gusta la historieta todo eso no es tomado en cuenta, solo vale saber apreciar un trabajo hecho con amor y cuanto mejor con talento.
Me quedé de pie junto a una ventana y al momento reconocí a Felipe Ávila del otro lado, con un amigo, el diseñador gráfico, Marcelo Bukavec, Al entrar descubrimos en la pared unos originales de Caloi con el popular Clemente saludando al restaurant, Para no desperdiciar ni un segundo más nos ubicamos en la mesa. Comentábamos con Marcelo la famosa costumbre que tiene el vulgo popular de tomar el trabajo de los dibujantes como algo logrado sin esfuerzo y que no merece ser pagado, que no tiene valor. Tal vez ese concepto este cambiando, ojalá.
Mientras conversábamos, veo a Martín Giménez -dibujante de la historieta NN- saludándome desde la vereda. Ingresa apresurado y tras una abrupta presentación nos dice que volverá enseguida. Se va y vuelve para traer con él a Leonardo Figueroa. Así, los autores de NN se unieron a la mesa.
Luego comenzaron a llegar los demás convocados. El ilustrador Víctor Carbajal, a quien no conocía personalmente pero habíamos mantenido numerosos intercambios a través de esa maravilla de las comunicaciones llamada facebook. Gustos comunes sobre ciencia ficción, películas y, claro, dibujos. Llegaron entonces dos personas muy esperadas y apreciadas, Lil -Eiti Leda- y Claudio Ramírez ¿Qué más decir? Uno de los autores de CAZADOR estaba presente. La mesa no tardó en llenarse de amigos. Cayo germánico, un devoto seguidor de la historieta argentina centrada en los guionistas y dibujantes que hicieron su carrera en la Editorial Columba. Germán Ponce, un dibujante excepcional que nos mostró originales de personajes para juegos de rol. Verdaderamente impresionantes. Ver tamaña calidad da ganas de correr hacia un tablero y ponerse a trabajar para lograr plasmar cosas así. También estaba Isidoro Reta Duarte y esta vez no dejé pasar la oportunidad de llevarme mi ejemplar de “Pasála, Leonel, pasála”. José Massaroli casi no necesita presentación, un hombre de versatilidad y profesionalismo. Autor de historietas que en el futuro serán parte de toda biblioteca argentina, porque ha realizado adaptaciones a clásicos de la cultura y la historia de nuestro país. Y así se inició una serie de conversaciones sin termino sobre anécdotas, técnicas, trucos, rememoraciones y potenciales proyectos, Lil con Augusto, que se unió un poquito más tarde a la mesa, nos obsequiaron copias de su “Zombies en Puán” a cada uno de los presentes.
Como ocurre en esta clase de reuniones donde el tiempo parece volar, uno tiene que saber intercambiar lugares para poder tener una charla enriquecida con cada uno de los presentes. Desde donde estaba tenía a Víctor Carbajal frente a mí y a mi lado a Martín que ese día estaba más hablador que nunca, Este hecho le daba sed por lo que varias veces equivocó su vaso de tinto de la bodega Séptima que correspondía a Lil. Pidiendo disculpas luego. En verdad, Lil le tuvo mucha paciencia para mí. Cuando Rubén (Cayo) mostró unas copias de originales de Lucho Olivera nos quedamos admirando esos trabajos, lo único que Martín, llamó a Cayo con fundiéndolo conRolkiem quien por cierto también se unió a la velada. Otra ocurrencia de Martín fue llamar a Felipe “El Jorge Lanata de la historieta”. Algo que no fue muy del agrado del autor de “Oesterheld y nuestras Invasiones extraterrestres”, Desde ya, todo el mundo lo tomó con humor.
Es imposible y también innecesario describir al detalle todas las conversaciones, Además no sería justo, esos momentos tienen su significado en tiempo real, en su propio instante, Allí, a minutos de una fecha augurada por nativos precolombinos, Era tal la euforia del evento que se nos pasó el acto del brindis, Aunque habíamos alzado la copa más de una vez. Isidoro pidió un aplauso para quien escribe, No sé cómo se reacciona en esos momentos, pero puedo decir que son gestos muy nobles. Hubo un par de fotos del grupo dentro del restaurant y luego en la vereda, frente a MANOLO. En mis manos tenía revistas de Felipe y un ejemplar de “Fusilen a Dorrego” de Massaroli,
La noche era hermosa e invitaba a seguir. Felipe y José tuvieron la ocurrencia de buscar un lugar más tranquilo para tomar algo y continuar la charla, Así nos fuimos caminando por la calle Bolívar, Como suele ocurrir a veces, algunos amigos del grupo fueron tomando otros caminos. Despidiéndonos en las esquinas. Dejando para otro momento la idea de continuar la conversación con José y Felipe. Quedamos caminando hacia la avenida más ancha del mundo, Leo Figueroa, Augusto Gilimón, Germán Ponce y yo. El regreso en colectivo hasta casa se me hizo breve mientras rememoraba la cena, una noche en verdad gratificante, ahí con amigos, al comienzo del solsticio de verano y con el fin del mundo diluyéndose como una mentira inocente.